Mardi Gras
Melting Pot en Nueva Orleans
Aunque conocemos los carnavales de Nueva Orleans con el término generalizado de Mardi Gras, este concepto tan solo hace referencia al día antes del Miércoles de Ceniza, último momento para disfrutar de los placeres carnales y gastronómicos antes de la Cuaresma.
Hay autores que definen la población de Nueva Orleans como un melting pot[1], pero se trata más bien de la mezcla cultural regida por las políticas segregacionistas y la esclavitud proveniente de sus fundadores europeos, a los que tenemos que hacer referencia para explicar la tradición del carnaval. En 1699, los exploradores franco-canadienses Le Moyne establecieron un campamento a unas sesenta millas de la actual ciudad llamado Pointe du Mardi Gras, por haberse fundado en la víspera del Miércoles de Ceniza. En 1722 Nueva Orleans se convirtió en capital de la Luisiana francesa y para 1730 los carnavales estaban plenamente asentados como celebración anual.
A nivel antropológico el Mardi Gras encarna una celebración popular, con un claro valor unificador, donde se representan culturas muy distintas. Se trata de una fusión cultural con costumbres procedentes de esta mezcla única, como los indios (unen costumbres afroamericanas y nativas), la influencia del vudú (religión resultante de la fusión del catolicismo y las creencias africanas) o el desarrollo del Mardi Gras Cajún[2] (con dialecto, música, costumbres y gastronomía propias basadas en rasgos de origen francés). Es imposible comprender la celebración del carnaval y sus costumbres en Nueva Orleans sin hacer referencia a su evolución histórica como ciudad y su multiculturalidad.
Los primeros desfiles con máscaras documentados datan de 1837.
Desde 1872 se elige anualmente al Rey del Carnaval o Rex, habiendo sido seleccionadas figuras conocidas como el Gran Duque de Rusia Alexis Romanov o el mismísimo Louis Armstrong, que ostentó el título de Rey Zulú en 1949. La identidad de Rex se anuncia en Lundi Gras y tiene hasta su propio himno oficial (If Ever I Cease to Love).
El compromiso de la población es tan elevado con la celebración del carnaval, hasta el punto de que no dependen económica ni políticamente de ninguna entidad, tan sólo necesitan los permisos policiales para la celebración por parte del estado.
Pese a que se trata de una celebración con costumbres dispares procedentes de diferentes grupos culturales, existen rasgos comunes, como los colores oficiales, seña de identidad de la ciudad y el carnaval. Fueron escogidos en 1872 y cada uno tiene su propio significado: dorado (poder), morado (justicia) y verde (fe). Además, estos colores están presentes en la mayoría de los collares y juguetes de hojalata que se lanzan durante los desfiles, así como en el King Cake, postre típico de esta fiesta similar a nuestro Roscón de Reyes.
Sobre los collares mencionar que, en origen, eran de cristal, pero el elevado coste de fabricación con este material conllevó el cambio al plástico. Es tal la locura por conseguir la mayor cantidad de collares posible durante los desfiles que los asistentes hacen de todo para lograrlos, incluso desnudar sus torsos para llamar la atención. A modo curioso comentar que existe un documental titulado Mardi Gras: Made in China que sigue desde el origen el proceso de fabricación de estos collares hasta el momento en el que son lanzados durante los desfiles.
Para Nueva Orleans la música es fundamental e inherente a todas sus celebraciones, y no iba a ser menos en el Mardi Gras y sus desfiles. La llegada de Rex se celebra con un concierto de jazz, pero no es el único género musical presente (aunque sí el principal) teniendo cabida otros como el zydeco[3].
En palabras de Mark Twain[4] en una carta a su hermana en 1859: “An America has not seen the United State until he has seen Mardi-Gras in New Orleans”
[1] Crisol de culturas.
[2] Grupo étnico descendiente de pobladores europeos (principalmente franceses) que fueron expulsados de la región canadiense de Acadia por las autoridades británicas en 1755 y se asentaron al sur de Luisiana.
[3] Música tradicional de los criollos que combina influencias francesas, africanas y caribeñas, con letras en francés, español, inglés y criollo africano.
[4] Seudónimo del escritor estadounidense Samuel Langhorne Clemens, autor de Las aventuras de Tom Sawyer, y su secuela Las aventuras de Huckleberry Finn entre otros títulos.